miércoles, 12 de agosto de 2009

Más libros de nuestra infancia

Sigo con el último tema, el de los libros que recuerdo de cuando íbamos al colegio (por cierto, os habéis parado a pensar la de edificios que nos hicieron utilizar: la actual escuela de música y el club de jubilados, el asilo, las escuelas de los franciscanos, el Santo Ángel!!!).
Estos son algunos de ellos:

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: ¿Platero? y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe en no sé qué cascabeleo ideal...
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel...
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro como de piedra. Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo: -Tien’ asero...
Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.
Platero y Yo, de Juan Ramón Jiménez. Nat "King" Cole nos cuenta cuánto nos perdemos cuando nos hacemos mayores...


Otro libro que aún conservo, por que nos hacían copiar una página al día, era este de Cela, Viaje a la Alcarria:
Hace algo de freso y se camina a gusto. Sobre el río se extiende una tenue cinta de niebla casi imperceptible. Vuelan los estorninos y los vencejos; una urraca blanca y negra salta de piedra en piedra mientras una alondra silba sobre los sembrados. El vientecillo de la mañana corre sobre el campo, y el aire está limpio, lúcido, transparente, diáfano.
No es la Alcarria, pero a nosotros nos gusta más esta Baldorba:


También me acuerdo de este genial librito El Principito de Antoine Saint-Exupéry:
Lo que embellece el desierto —dijo el principito— es que esconde un pozo en algún sitio...
Escuchad esta pequeñito joya de Mozart de 45'':


Para acabar por hoy os dejo un breve cuento popular (de origen árabe); los cuentos me apasionan, por su brevedad, por su inmediatez...
Dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron.
El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:
"Hoy mi mejor amigo me pegó una bofetada en el rostro".
Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra:
"Hoy mi mejor amigo me salvó la vida".
Intrigado, el amigo preguntó:
-¿Por qué, después que te lastimé, escribiste en la arena, y ahora escribes en una piedra?
Sonriendo, el otro amigo respondió:
-Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado, cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo.
La música la pone Verdi, de Il Trovatore, que seguro que a Julio le gusta...

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