jueves, 6 de agosto de 2009
Nuestros primeros libros
"-¿Qué es el viento?
Quien mejor lo sabe es Pandora. Porque Pandora tiene todos los vientos encerrados en una caja. Y cuando abre la caja, siempre sale un viento de ella. Pandora los conoce a todos por sus nombres: Viento Norte, Viento Sur, Brisa, Huracán, Terral, Alisio, Ventolina… Pandora los conoce a todos."
¿Os acordáis? Con este texto empezaba el libro de lectura Senda 3 y también las historias que nos contaban Pandora y sus amigos Isa, Millán y África. Con él empezamos a sacarle gustillo a eso de leer y a descubrir que, fuera de nuestro pequeño mundo, había otros muchos. Yo les debo mucho y por eso me ha parecido bonito el recordarlos, como recordaré siempre con cariño a Clavileño y Rodrigo que recorría a sus hombros todo el mundo...
Estas lecturas me aficionaron a leer y de vez en cuando pondremos algunos textos de libros que recuerdo. Comenzaré por dos de los que más me conmocionaron de pequeño:
Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, pardusco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.
«¿Qué me ha ocurrido?», pensó. De La metamorfosis, de F. Kafka.
La música la ponen Simon & Garfunkel
…Ahora estoy junto a la alcantarilla esperando a que salgan las ranas. Y no ha salido ninguna en todo este rato que llevo platicando. Si tardan más en salir, puede suceder que me duerma, y luego ya no habrá modo de matarlas, y a mi madrina no le llegará por ningún lado el sueño si las oye cantar, y se llenará de coraje. Y entonces le pedirá a cada uno de toda la hilera de santos que tiene en su cuarto, que mande a los diablos por mí, para que me lleven a rastras a la condenación eterna, derechito, sin pasar siquiera ni siquiera por el purgatorio, y yo no podré ver entonces ni a mi papá ni a mi mamá, que es allí donde están… Mejor seguiré platicando… De Macario, de Juan Rulfo.
La canción, de Chavela
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